Nota del Autor: Este es un sermón escrito por y predicado en la Iglesia Episcopal de San Pablo Apóstol, Savannah, GA, el 20 de octubre 2024, el 22o Domingo después del Pentecostés (LCR Propio 24, Año B).
Author's Note: This is a sermon written for and delivered to the Spanish-speaking congregation at the Episcopal Church of St. Paul the Apostle, Savannah, GA, on October 20, 2024, the 22nd Sunday after Pentecost (RCL Proper 24, Year B).

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Lectura Bíblica Primaria
Marcos 10:35-45 (DHH)
35 Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:—Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte. 36 Él les preguntó:—¿Qué quieren que haga por ustedes? 37 Le dijeron: —Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda. 38 Jesús les contestó:—Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber este trago amargo que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir? 39 Ellos contestaron:—Podemos. Jesús les dijo:—Ustedes beberán este trago amargo, y recibirán el bautismo que yo voy a recibir; 40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo, sino que les será dado a aquellos para quienes está preparado. 41 Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. 42 Pero Jesús los llamó, y les dijo:—Como ustedes saben, entre los paganos hay jefes que se creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. 43 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, 44 y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás. 45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.
El Liderazgo es Servicio
Hace unas tres semanas, experimentamos el Huracán Helene. Esta tormenta hizo mucho daño aquí en Savannah a la red eléctrica. Oí que 75% del área perdieron la luz por lo menos unos días. Por favor levante la mano si usted perdió la luz en su hogar.
En tiempos de desastre, yo observo que la sociedad iguala un poco. Yo conozco a gente de cada clase económica, y cuando falta la luz y el aire acondicionado y la nevera no funcionan, ser rico no importa mucho. Cuando todo el mundo pierde el uso de su tecnología, no se puede comprar la comodidad. Pienso que conocer la pobreza en su vida es una ventaja durante una crisis como esa. Los grandes y poderosos están humillados y los humildes están empoderados.
[[[No quiero mentir y decir que he estado verdaderamente pobre. Yo crecí en este país en un hogar cómodo y doy gracias a mis padres y mis abuelos por mis privilegios por los cuales ellos sacrificaron. Pero en mi juventud, fui a la República Dominicana muchas veces y me quedaba con mis tíos y primos por unos veranos enteros. Mi familia dominicana viene de un pueblo llamado Bonao en los montes de la isla. En ese pueblo, la luz es muy inestable. Perdimos la luz casi cada día. Dependemos del generador para mantener la comida en la nevera, pero no lo usamos para nada más. Me acostumbré a vivir sin aire y sin abanicos en esos días. Y pensaba mucho de esos viajes después del Huracán Helene.]]]
Pero en realidad, aunque algunos sufrieron aquí en Savannah, no experimentamos los peores efectos de Helene. Como ya ustedes saben, el Huracán causó inundaciones grandes en partes de este país muy lejos del coste, especialmente en el oeste de Carolina del Norte y el este de Tennessee. Muchas de las noticias que yo ví se enfocaron en Asheville, Carolina del Norte. Los pueblos en esa región no estaban preparados por ese mal tiempo y ellos sufrieron mucho. Algunos perdieron sus casas y sus negocios y sus escuelas. Fue más que la incomodidad de no tener aire. Como dicen las compañías de seguros, fue una pérdida total (a total loss).
En mi ministerio ahora, trabajo con obispos y líderes de todos los sínodos luteranos (igual como las diócesis) de los Estados Unidos, incluso Carolina del Norte. Y al hablar con ellos, me contaron mucho sobre qué han hecho para responder al huracán. Había pastoras que cancelaron sus planes para ir a una conferencia conmigo para quedarse en Carolina del Norte para ayudar a las víctimas del Huracán Helene. Una iglesia llamada Calvary (Calvario) en Morganton, NC, dio la bienvenida a refugios de los diluvios. Convirtieron varios cuartos de su iglesia en dormitorios para alojar a cinco familias de Asheville. Hay una iglesia llamada Living Waters (Aguas Vivas) en Cherokee, NC, tiene un ministerio de distribuir comida a su comunidad. Pero el Huracán Helene destruyó el banco de alimentos que proveía la comida. Las iglesias del resto del estado recaudaron alimentos para mandar a esa iglesia. Y el obispo luterano condujo una camioneta llena de esa comida por tres horas para llevarla de Charlotte a Cherokee.
Estos son ejemplos de cómo realizar las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Él dijo, “Ustedes saben que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no es así, sino que cualquiera de ustedes que desee llegar a ser grande será su servidor, y cualquiera de ustedes que desee ser el primero será siervo de todos” (Marcos 10:42-44). En vez de dominar y oprimir a la gente, los líderes cristianos deben ser siervos.
Esas pastoras sacrificaron su tiempo de retiro y educación en la conferencia para estar con la gente necesitada. La iglesia de Calvario abrió sus puertas para familias que perdieron sus hogares. El obispo dejó sus otras responsabilidades para visitar a su pueblo con dones. Las pastoras se convirtieron en cooperantes. La iglesia se convirtió en albergue. El obispo se convirtió en camionero. Los grandes se convirtieron en servidores.
En esta enseñanza, Jesús repitió lo que dijo su Santa Madre. Antes de que naciera Jesús, Santa Maria profetizó, cantando un poema llamado el Magnificat en el primer capítulo del Evangelio de San Lucas. Ella nos dijo que Dios “derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes” (Lucas 1:52; LOC, p. 84). A veces los apóstoles de Jesús pensaban que eran poderosos y grandes. Pero Jesús los corrigió. Al contrario, muchos cristianos laicos piensan que no tienen nada de ofrecer a Dios o a la Iglesia. A veces, uno piensa que no tiene valor, que merece las dificultades y tragedias de la vida. Y Jesús también nos corrige. Él vino para igualar el mundo, para destruir la jerarquía y realizar la justicia verdadera. Él vino para animar a los oprimidos y deprimidos.
Usualmente hablamos mucho en la Iglesia sobre la Cruz. Es necesario. Pero debemos tener el mismo énfasis en la resurrección. Porque sí, los grandes deben morirse del orgullo. Pero por otro lado, los humildes deben resucitar su voz y su poder. Deben reclamar su dignidad humana como hijas, hijos e hijes de Dios. Amar al prójimo nos requiere andar y vivir en la verdad. La verdad es que nadie es más grande que el otro en los ojos de Dios. Todos somos pecadores y todos somos amados y redimidos por Jesucristo. Eso no se puede cambiar. Pues damos gracias a Dios por el ejemplo de Jesucristo nuestro Señor y Servidor. Y damos gracias por el Espíritu Santo que nos enaltece cuando sufrimos. Amén.
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